Archivo diario: febrero 9, 2011

Coherencia

Dice el diccionario de la Real Academia Española: Coherencia: actitud lógica y coherente con una posición anterior.

No es fácil ser coherente.  La vida nos lleva, con frecuencia, por caminos que no habíamos pensado y nos pone en situaciones en las que decidimos actuar en una forma diferente a la que ya habíamos actuado, o incluso en contra de principios que defendíamos y asumíamos.  Hay una diferencia enorme entre ser coherente y ser obcecado, terco, cabeciduro, radical, dogmático, empecinado, testarudo.  Uno puede cambiar en la vida, cómo no.  Es más, es lógico que cambie: cambian las circunstancias, cambian las maneras de ver, de percibir, de asumir.  Cambian los contextos.  Cambia uno.

No es fácil ser coherente si se asume lo que agrega la RAE a esa definición: lo hago por coherencia con mis principios. Hay que tener principios para ser coherente con ellos.  Principios y no solo fines.  El fin no justifica los medios, decimos quienes pensamos que, por ejemplo, la política en Colombia se ha perdido en la justificación de los medios para lograr unos fines (todo vale, todo vale, si me beneficia, si con ello se obtiene el resultado que espero, si me sirve para lograr lo que quiero o lo que pienso que debe ser, o lo que estoy convencido que debe hacerse.  Todo vale).

No es fácil ser coherente con la frase contraria: “No todo vale”.  No es fácil, porque esa frase, como principio de vida, amarra: es más fácil moverse en el marco amplio del todo vale, o del casi todo vale, o hasta del algo puede que valga, que en el marco estrecho del no todo vale.  Cuando uno dice, y asume, que no todo vale, se compromete en un encierro propio, ético, de persistir en esa filosofía de vida: no todo vale.  Por esa frase, por ese principio, por esa filosofía, no caben resquicios.  No hay fisura en el no todo vale.  Y no es fundamentalismo.  Es un compromiso con los demás y es un compromiso con uno mismo.  No todo vale.

Yo sigo creyendo en el no todo vale, como principio personal pero también como principio que debería ser colectivo, como principio que debería ser parte de nuestra ética ciudadana, de nuestra formación cotidiana, de nuestro actuar permanente y cotidiano.  Y creo en el no todo vale como principio para quienes pensamos que, en la política colombiana, esa frase, esa filosofía, hace falta como máxima de construcción, como mandamiento, como sello.  No todo vale, ni siquiera si por ser coherente pierdo yo como persona.

No todo vale para avanzar, no todo vale para sostenerme, no todo vale para no perder.  No todo vale.

Tenemos aún una urgencia y un reto en este país: construir proyectos colectivos, democráticos, participativos, deliberantes, activos, dinámicos, abiertos a la discusión, incluyentes de diversos puntos de vista, críticos y autocríticos.  Frente a los dogmas, dialéctica.  Frente a los caudillismos, frente a los mesianismos, democracia real, asumida como ejercicio de construcción colectiva.

Tenemos aún una urgencia en este país: construir colectivamente, escuchando y generando, no imponiendo, así esas imposiciones tengan su sustentación en intereses sanos, en convencimientos propios de que son necesarias esas imposiciones para seguir avanzando.  Es que no todo vale.

Muy difícil ser coherente.  Pero no todo vale.

Jorge Melguizo

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